¿Quién no ha usado unos pendientes de perla? Son un básico que a la mayoría nos ponen de pequeñas y ¡¡muchas seguimos usando de mayores!! Es indiscutible que los pendientes de perla favorecen a todo el mundo ya que aportan mucha luz a la cara.
La perla es la única gema orgánica que crea un animal vivo. ¿En qué se diferencian las naturales de las cultivadas?
Hasta el siglo XIX todas la perlas que había en el mercado eran naturales. Las perlas naturales se forman dentro de las ostras cuando, de forma aleatoria y accidental, algo (como un grano de arena, un trocito de concha, una partícula o un organismo) se “cuela” dentro de su cuerpo. A partir de 1893, el japonés Mikimoto desarrolla una técnica para el cultivo manual de las perlas que consiste en que es el hombre el que introduce un objeto extraño dentro de un molusco y lo vuelve a dejar en el agua para que siga con su proceso de formación de la perla.
Es importante destacar que las características de las perlas no varían entre una natural y una cultivada. La calidad de la perla viene determinada por el tamaño, el oriente (tono), el cultivo o lustre y la ausencia de imperfecciones.
Podemos distinguir entre las que se cultivan en el mar y las de agua dulce:
En el mar el coste y el tiempo de cultivo es muy superior lo que incrementa su coste. Entre estas, existen tres tipos según su procedencia: las Japonesas, las Australianas y las Tahití.
Las Perlas de Agua Dulce, también llamadas Perlas Chinas, se cultivan en mejillones que viven en agua dulce y son mucho más económicas.
Para mí, son un básico que todas debemos tener en nuestro joyero. Las perlas no pasan de moda y son un acierto.