El Diamante Hope:
Un diamante azul marino cuyo peso es de 45.52 quilates.
Dice la leyenda que una maldición alcanza a sus dueños y se le considera culpable de las desgracias que le ocurrieron a cada uno de sus poseedores.
La historia novelesca del llamado Diamante Azul comienza en la India, de donde lo sacó un aventurero francés, fue vendido a Luis XIV y robado durante la Revolución Francesa. A principios del siglo XIX lo adquirió el banquero Henry Hope. Posteriormente, toda la familia Hope terminó su vida en la miseria. En 1958, fue donado al Museo Smithsonian por el joyero estadounidense Harry Winston, quien lo envió, en un sobre de papel de estraza, por medio del servicio postal nacional.
El Diamante Orlov:
De cerca de 200 quilates y color pálido azul verdoso, es uno de los que tiene una historia más rocambolesca.
Dice la leyenda que un soldado francés, ¡que murió trágicamente!, se disfrazó de hindú y lo robó de un templo indio en el que se utilizaba como el ojo de una estatua de Brahma, dios supremo del panteón hindú. Otra historia alternativa cuenta que la piedra pertenecía al rey de Persia Nader Sha y después de su asesinato fue robada y vendida a un armenio que se llamaba Zafras.
Sea cual sea su verdadera historia, en 1774 la compró el conde Grigori Grogorievich Orlov que había sido amante de la emperatriz Catalina la Grande, y esperando reconquistarla, la llevó a Rusia para regalársela. Catalina II montó la piedra en el cetro imperial de los Romanov y le regaló a Orlov un palacio de mármol como agradecimiento… ¡pero no logró su amor! En 1783 el conde murió loco. En la actualidad, forma parte del Tesoro de Diamantes de Moscú, en Rusia.
El Diamante Ojo del ídolo:
Se supone que estaba engastado en la misma estatua de Brahma de la que fue sustraído el Orlov, por eso se denomina Ojo del ídolo. En 1607 pertenecía al príncipe persa Rahab. La East India Company se lo expropió por una deuda que no había pagado! Años después, cuentan las crónicas que el jeque de Cachemira pagó con él al sultán de Turquía el rescate de la princesa Rasheetah que había sido secuestrada por el sultán.
¡Parece una historia sacada del libro Las mil y una noches!
Es del tamaño de un huevo de gallina, forma aplanada y un peso de 70.20 quilates.
No creo que la mala suerte la lleven los diamantes sino las intenciones de sus propietarios. Espero que os hayan gustado estas leyendas.